Zaida, por las ruinas de Palmira 


Sabía que el camino iba a ser peligroso , cansado , incluso incierto , pero supo entender las señales.Zaida miró a través de la reja , esgrimió con sus pupilas el horizonte al alba. Bello , tan bello como una de esas postal para turistas de las que ojeaba en las galerías comerciales de su ciudad natal . Un escalofrío le hizo sentir el frío traidor de las mañana de marzo, volvió su cabeza para mirar si Rasib aun dormía. Sus manitas se aferraban con fuerza al trozo de peluche que aún conservaban de su hermano Omar, también dormido junto a él. Jamás pensó que su puesto como arqueóloga y guía en las ruinas de Palmira estaría en peligro. Tampoco las ruinas . Cerraba los ojos intentando mantener en la retina las imágenes de aquellas joyas de la historia ahora heridas por la ignominia del mundo entero. Por su futuro, por el de ella misma y por sus hijos, necesitaba recorrer cada paso hasta encontrar el lugar que les devolviera lo que les habían quitado tan impunemente, para contar a quienes quisieran oírla, la realidad tan absurda y aberrante que allí se estaba produciendo. Aquellas punzantes alambradas dibujando la fina línea del horizonte no iban a suponer ningún freno para la decisión que ya había tomado , muchos pero que muchos kilómetros atrás . Sola , con Rasib colgado a su pecho y Omar agarrado a su mano, Zaida inició el camino hacia la libertad , hacia el reencuentro con la dignidad robada y mancillada por tantos cómplices de un sistema corrupto, egocéntrico, machista y asesino.

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