Y tú, ¿ de qué tribu eres?

TRIBUSEsta semana ha sido la semana cultural del colé aprovechando la celebración del día del libro. El caso es que entre las miles de cosas que me cuentan Bruno de Mario, y Mario de Bruno, sobre lo que hacen y no hacen en la escuela, lo que hacen sus compañeros, qué les ha pasado en gimnasia , en el comedor, en la biblioteca , en inglés o música y lo que les ha dicho Fulanito, Menganito y el susuncorda , repicaba en mis oídos el soniquete de Mario de «un calcetín rojo» , «un calcetín rojo» ….. Mientras recogía la cocina , vigilando no se quemaran las judías verdes con patatas que servirían de TupMenu (comida de tupper) para su padre y para mí al día siguiente, repasaba la conjugación de verbos con Bruno para el examen de lengua del día siguiente. De repente Mario se plantó a mi lado, con la cara llena de mocos y los ojos como un salpicón de marisco:

«Mamá, yo no voy a hacer la obra de la Cenicienta»

Pare en seco la conjugación de verbos que canturreaba, cerré el grifo del agua que salpicaba hasta la pared de enfrente, por una tapa de un tupper le estaba haciendo de trampolín al agua ,y miré atentamente a Mario.

» ¿Qué obra cariño ? ¿Cuándo es? ¿Y por qué no la vas a hacer? «

» porque no tengo un calcetín rojo,y,y….no sé lo que tiene que decir mi ratón y…y…..y a mí me da vergüenza y….y…es que tu nunca vienes a verme!!»

En ese momento las lagrimas escurrían por sus generosas mejillas como un emoticono del móvil. Con el corazón encogido en un puño, me agache hasta ponerme a su altura y le cogí de sus gruesos deditos:

» Pero cariño, mamá y papá tienen que trabajar y no puedo pedir permiso siempre que hacéis alguna actividad en clase, son cosas para que vosotros aprendáis a la vez que os divertís, pero no siempre pueden estar los papás, ¿o esta vez sí podemos ir? (¡mierda! ya me he perdido otra circular, pensé)¿Han mandado una nota para que vayamos? Y mamá no ha faltado a nada este año solo cuando te vas de excursión, que cuando sale el autocar mamá ya tiene que estar trabajando, ¿lo entiendes? «

«No, es que yo quiero que vengas, yo quiero que me digas adiós y que me tires besos como la mama de Dani o de Carla. Diceselo al de tu trabajo, que tienes que venir y hacerme así con las manos» y levantó su manita para enseñarme el gesto que le hacía falta que hiciera.

«Y si te prometo que iré a la obra, y si me crees si te digo que a partir de ahora voy a ir a decirte adiós a todas las excursiones , a que dejas de llorar y me dices que tenemos que hacer con el calcetín»

Le limpie las lagrimas con mis manos y besé sus mejillas con todo el amor que podía demostrarle. Me sentía fatal, una madre horrenda, la peor, absolutamente fracasada de nuevo.

Mario me contó cómo debíamos hacer ese ratón de calcetín rojo y goma eva gris. Otra vez la goma Eva y otra vez haciendo manualidades . Con la escasa destreza que tengo yo para estas cosas y lo poquito que me gustan. Pero todo fuese porque a Mario se le pasase el disgusto y no sintiera ridículo antes los maravillosos roedores que seguro llevaban sus compañeros.

Y es que en esto de la escuela, resulta que nos son solo los niños los que hacen los deberes, los exámenes o los trabajos manuales. La escuela de hoy, esto que todos llaman comunidad educativa, es un maratón para que los padres podamos demostrar que somos los más creativos, los más comprometidos con nuestro colegio o los más inteligentes. Y es por ello que los éxitos o los fracasos de tus hijos no son solo suyos, no, el boletín de notas de cada trimestre también te puntúa a ti. Y digo yo, que cuando tienes una visita improvisada el viernes y te pilla con la tabla de la plancha en mitad del salón, todavía de poco vale decir que estuviste estudiando los verbos de inglés con Bruno y ahí se quedó la pobre abandonada. O cuando tu madre retira las cortinas para ver tus plantas y se encuentra con los churretones en las ventanas, te pone cara de «pero nena, ¿qué te he enseñado yo?» y no escucha cuando le dices que la marioneta de Mario te llevo toda la noche zurcirla, y te replica «anda, anda, eso no se tarda nada hija, que excusa más tonta, por dios». En estos casos,¿ dónde se ha ido la comunidad educativa que no se llevo la plancha o te escurrió los cristales?

Y como dice ella, mi madre, es que esto es muy elástico. Parece que la goma solo estira hacia un lado, y tu y solo tú, que has elegido la reducción de jornada en tu trabajo, eres la única responsable de que los niños lleven sus deberes hechos y bien hechos, los trabajos voluntarios para subir nota, por supuesto a ordenador con fotos y portada, los materiales para trabajos manuales, completos en tiempo y forma, y lo que no pueden terminar en clase, lo terminas tu en casa, y lo que no aprenden en el cole , se lo enseñas tu en casa, y lo que aprenden que no deben aprender en el cole, se lo desenseñas tu en casa, y si además sabes hacer el pino puente, te pasas por el cole y a ritmo de bachata, se lo enseñas a los compañeros de tus hijos y a todo el claustro de profesores para que vean que comprometida estas con la asignatura de educación física y la de música, ¡hombre por dios, faltaría más!

El caso es que el ratoncito quedó tan mono, y después de dejarme los dedos grapando la goma Eva y todo mi amor intentando recomponer la autoestima de Mario para que no se sintiera un niño abandonado por sus «desinteresados» papás, resulta que la semana cultural era exclusiva para ellos y no podíamos participar en sus actividades, NADIE, salvo ellos. ¡Menos mal! Ya está bien de discriminar a los niños por tener padres que trabajan, ¡o por dios cómo se nos ocurre!, a la misma hora que los profesores.

Y al recogerlos hoy en la puerta del cole, último día de la semana cultural, me he sentido un poquito más acompañada por la rabia de otra mamá que se le encogía el alma al ver que su pequeña salía llorando porque había sido la única que no había llevado tooooda la mañana (desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde) el disfraz de princesa. La mala madre había pensado que era demasiado para la niña ( de 4 años) llevar tooooda la jornada el disfraz puesto (pasaré por alto opinar sobre la peregrina idea de los profesores de que los niños debían ir de caballeros y las niñas de princesas, y luego no queremos estereotipos, ¡dios!). Claro, que debió ser la única con sentido común.

El caso es que su rostro reflejaba el mismo sentimiento que el mío cuando Mario lloraba en el cocina, sin comprender por qué su madre pasaba por alto cuestiones tan relevantes para otras madres, que le hacían sentir a él tan distinto y abandonado.Y agradecí comprobar que en este mundo tiene que haber de todo y a nosotras nos había tocado formar parte de otra comunidad educativa.

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