¿Qué haces tú aquí? ¿Cómo me has encontrado? Espérame fuera, ya he terminado hoy, voy a cerrar.
Sandra sabía que tarde temprano alguien bajaría a buscarla, pero no imaginaba que iba a ser él Despidió a la cuarentona de turno que se quedaba hasta última hora intentando recuperar en el poco tiempo que le quedaba libre, la esbelta figura perdida tras varios embarazos, partos y años de crianza. Sandra no acertaba a alinear las nuevas tarjetas de los clientes que aún le quedaban por entregar, para poder introducirlas en el cajón de debajo del mostrador de recepción . Cogió el manojo de llaves , su bandolera deportiva y su cazadora negra por la capucha. Con todo ello bajo su brazo izquierdo, enganchó los cierres del gimnasio con su mano derecha y tiró de ellos con fuerza. Manipuló la cerradura con la llave y levantó la vista en busca de su hermano Yago.
¿Has cenado? Podemos ir aquí al lado, conozco un sitio donde ponen unos pinchos con la consumición que son muy aceptables. ¿Te apetece?
Sí, necesito comer algo, llevo todo el día de un lado para otro, vamos donde podamos estar tranquilos y hablar Sandra, por favor.
Verdaderamente el semblante de su hermano expresaba un inusitado gesto de clemencia. No era habitual que Yago perdiese su característico rostro de » te estoy perdonando la vida», pero los últimos acontecimientos en la familia Nogueira, parecían haber desgastado su arrogancia y agotado la soberbia. Guardó las llaves en el bolsillo lateral de su bandolera Adidas y se abrigó con la chaqueta pues aunque ya había empezado la primavera y los días empezaban a ser más largos en Madrid aún refresca en el mes de Abril. Sacó el paquete de L&M de su bolso y ofreció uno a su hermano.
¿Quieres? Es rubio, cutre, pero rubio.
Con cara de extrañeza Yago preguntó a su hermana:
Pero ¿tú desde cuando fumas, si puede saberse?
La pregunta no es cuándo sino por qué , Yago. Y a ti te parece que no tengo motivos para engancharme a algo que me saqué la desesperación y la ansiedad de mis entrañas. Mejor el tabaco que otra cosa peor, porque te puedo asegurar que tentada he estado, pero……
¡Vamos Sandra! Tú eres mucho más fuerte que todo esto…..siempre has demostrado saber lo que tenías que hacer en cada momento… esto no debe doblegarte, al contrario, es lo que siempre habías querido….debería hacerte más fuerte y más feliz,¿ no es así?
Sandra se paró mientras encendía el cigarrillo que colgaba de medio lado en su boca. Cubrió su rostro con la palma de su mano pues el aire venía de cara y le apagó la llama del mechero en dos ocasiones «¡Merda! ¡Merda!» dijo hasta que la llama acertó a encender el cigarrillo y la primera bocanada de humo salió por su boca.
Ahí es. Espera no corras, por lo menos daré dos caladas no voy a tirarlo ya, si lo acabo de encender.
Se pararon en la puerta mientras Sandra absorbía el humo del tabaco como el cocainómano esnifa su droga. Yago percibió el nerviosismo de su hermana a través de cada calada, a través de cada bocanada de carburante para los pulmones. Sandra tiró la colilla al suelo y la pisó con su botas Converse azul marino. Entraron en el local y señaló a su hermano una mesa con sólo dos sillas situada entre la barra y una diana de dardos electrónica que colgaba de una pared tintada del color teja.
Allí estaremos tranquilos, la diana no funciona, está estropeada desde hace tiempo, la verdad es que nunca la he visto funcionando, ahora que lo pienso. Seguro que la tienen para atraer más gente. Bueno que quieres tomar? Yo invito.
Una Mahou, en botellín, por favor, nada de vasos.
De acuerdo, tipo duro, que sean dos.
Cuando el camarero trajo los botellines dejó también sobre la mesa dos tostas de pan con algo parecido a marmitaco aderezado con una anchoa y pimiento rojo. Yago observó el aperitivo y pese a no convencerle demasiado, pegó un bocado al pan intentando calmar el apetito de su estómago.
¿Cómo me has localizado? He cambiado de gimnasio, es del mismo dueño pero en otra zona ¿Nunca antes habías estado aquí no? ¿A qué has venido, Yago?
No ha sido fácil, la verdad, tampoco conocía a tus amigas. Pero revisé uno de los últimos recibos del banco de papá y comprobé la dirección a la que enviaba el dinero del alquiler. Sé que hace mucho que ya no dependes de él, pero allí siguen, guardados en un cajón de su mesilla. Primero me dirigí a vuestro apartamento, pero como ninguna estabais allí, decidí ir al antiguo gimnasio, por si alguien te conocía y podían informarme. El tal Luis no estaba por allí, había una chica rubia pechugona con los labios haciendo juego con el tamaño de sus tetas y me dijo que no sabía de quién le hablaba. Que ella llevaba allí dos semanas y que nunca había oído hablar de ti.
Será mentirosa, es la hijastra de Luis, una cabeza hueca como la madre. La materia gris de su cerebro, a estas alturas debe ser también de silicona. Perdona, entonces sí conocías el otro local, me tienes que explicar de qué, Yago. Bueno sigue.
El caso es que volví a tu casa y encontré a Laura que volvía de la Facultad. En un primer momento se negó a hablar conmigo, se negó a decirme dónde estabas, pero le pedí por favor que me escuchara, que era muy importante para ti saber a qué había venido. Finalmente me dejó pasar y tomar un café mientras le contaba lo que he venido a decirte. Y ella fue la que me dió la dirección del gimnasio donde te encontré y a qué hora terminabas.
Bueno, pues aquí me tienes. Dejé muy claro que no quería saber nada de vosotros hasta que fuese capaz de digerir todo aquello. ¿Qué parte de lo que dije no habéis entendido, Yago?
A ver Sandra, tú me conoces, esto me gusta tanto como a ti. Sabes perfectamente que no me caracterizo por las sensiblerías o las muestras cariño. Pero si he venido es porque allí arriba te necesitan, todos te necesitan, está siendo muy difícil superar la situación. Mamá y papá no se hablan, prácticamente ni se miran. Complicado pues mamá no se levanta de su cama o se pasa los días encerrada en tu habitación. Rubén hace lo que puede para que por lo menos coman, los dos, es sorprendente la capacidad que tiene ese pequeñajo para hacerse cargo de todo lo de la casa. Menos mal que está él. Rodrigo y yo nos bandeamos como podemos en la ganadería, estamos haciendo lo posible por mantenerla a flote, pero está siendo muy complicado, Sandra, mucho. Y casi no nos queda tiempo de ayudar a Amelia, está muy sola, demasiado. Ella es fuerte, pero esto ha sido un golpe fuerte y la tiene hundida. Los médicos nos han dicho que el estado de ánimo es fundamental para superar estas enfermedades, y su alimentación, y es que no quiere comer, se le está yendo el apetito. Rodrigo es quien va a verla casi todas las noches, y la acompaña durante la cena, y ven la tele un rato juntos, o lee con ella el último libro que le compraste. Cada vez tiene más ojeras, y sus manos se están cubriendo de pellejos, y ya no sonríe, nunca. Podían haberla mandado a casa y hacer el tratamiento en el hospital de día, pero como la ven tan mal, no se atreven a quitarle la vigilancia. Por favor Sandra, tu eres la única que puedes recomponer este rompecabezas. Entiendo tu cabreo, pero te necesitan, es importante que vuelvas……te necesitamos, Sandra.
Había escuchado atentamente cada palabra de su hermano, había imaginado cada una de las escenas que le iba contando, pero la imagen de Amelia postrada en aquella cama, sin su sonrisa, cubierta con esa sábana blanca de hospital y enfatizando aún más los devastadores efectos de aquella enfermedad, hicieron que Sandra se removiese en su silla producto del escalofrío que estremeció sus entrañas. Tampoco podía soportar la idea de su madre , Rosalía, embobada en su cuarto entre sus cosas.
Tienes que entender Yago que descubrir de esa manera y de un día para otro que tu vida es una mentira, que no eres quién crees que eres, y que ninguno de vosotros tampoco lo sois, es muy complicado de digerir. Pensar que siempre me he sentido mal por no terminar de encajar en vuestra manera de ser y de hacer la cosas, y que todo eso tenga una explicación que ha sido ocultada durante tantos años, es muy muy jodido , hermano. ¿O ya no debo llamarte así? Mira, no sé Yago, sigo hecha un lío, necesito más tiempo, necesito entenderlo, ordenar todo en mi cabeza y perdonar, perdonar tantas mentiras y comprender por qué se cometieron, en beneficio de quién. Además, estoy terminando un reportaje de investigación muy gordo, importante para mi carrera profesional dentro del periódico, y no puedo marcharme en estos momentos. Es sobre el gimnasio, Luis y aquello que no me terminaste de contar. Por cierto, ¿de qué conoces a Luis? ¿ Qué sabes tú de sus negocios?
Yago miró a un lado y a otro del local. No estaba muy lleno, dos parejas más en otra mesa cercana y un grupo de chavales que acababan de sentarse frente a la puerta de los baños.
¡Uff Sandra! ¿No me digas que te metiste a investigar? ¡No sabes lo que has hecho! Ese tipo es muy peligroso, sobre todo porque no tienen dos dedos de frente y la mierda le comerá algún día. Esa historia es muy larga. Dime que no lo has hecho, Sandra , por favor.
Agarró la mano de Sandra con fuerza mientras miraba a su hermana con los ojos abiertos como platos, proyectando en su hermana el miedo.
Ya, demasiado tarde, Yago. Ya no puedo dar marcha atrás, estoy casi al final del túnel. Y me ayudaría bastante que me contases todo lo que tú sabes. ¿Pedimos otra cerveza?
Unas cuantas nos van a hacer falta, hermanita……..