Una croqueta por un te….quiero

Mario y yo andamos rebozando unas croquetas que nos ha preparado la abuela y que vamos a servir de cena. Con una bola de masa entre sus rechonchos deditos y con los ojos fijos sobre mis manos , comienza a filosofar:

-¿Y cuántas veces se puede decir, mamá, cuántas?

-No se Mario cariño, unas pocas, las que tú quieras . ¿Tu quieres decirlo?

-Sí, me gusta decirlo. Se me sale solo mamá. Por eso quiero saber si puedo decirlo siempre que se me sale.

-Puedes decirlo siempre que quieras pero sobre todo si así lo deseas. Y ¿ a quién quieres decírselo Mario?

Mira fijamente al techo mientras la punta de su lengua asoma por la comisura de sus labios.

 -¿A todo el mundo mamá? A lo mejor todo el mundo necesita que se lo digan alguna vez. A mi me gusta mucho cuando me lo dicen . Me hace cosquillas la tripa y me pone contento. ¿A ti no te pone contenta, mamá?

Mientras se dobla levemente por la cintura, sonríe y pega saltitos con la punta de sus pies sobre el suelo. La croqueta que tiene en la mano rueda por la tarima marrón como queriendo escapar de la tortura de sus dedos. La recojo y desecho en la basura como si nada, me interesa más saber hasta dónde quiere llegar Mario con sus preguntas:

-Claro que sí, me pone muuuy contenta, sobre todo cuando me lo decís tu hermano Bruno y tú. Eso significa que algo sí estoy haciendo bien , por eso me pone contenta.

-¿Y papá? ¿También te gusta que te lo diga papi? A mi sí, mucho, porque hay veces que sólo sonríe cuando yo se lo digo. Muchas más veces esta serio y se pone contento si se lo digo y se le pasa la «serieza», sonríe y me lo dice también a mí.

-Por supuesto que me gusta que me lo diga papá. Cuando llevas muchos años con la misma persona hay veces que se nos olvida lo bonito que suena. Por todas las obligaciones y la «serieza» de los adultos como dices tú, se nos olvida que al oírlo te hace cosquillas la tripa. Y a mí también me gusta mucho que la tripa me haga cosquillas.

Mario ha cogido una nueva croqueta y mientras la mira fijamente a la vez que la moldea de nuevo entre sus dedos, se gira y continúa:

-¿Y a los abuelos? ¿Les hará cosquillas la tripa también?

-Seguro que sí, Mario , muchas cosquillas. Sobre todo si se lo dice su nieto favorito y después les achuchas un rato su barrigota. Los abuelos necesitan que se lo digan muchas veces porque ya han vivido mucho, han trabajado mucho, se han dejado mucho amor por el camino y ya les queda poca gente que se lo diga.

Echa su cabecita para atrás con media carcajada escapando entre sus dientes y bromea:

-Al abuelo se que le hace cosquillas en la tripa porque su tripa se pone tan contenta que se ríe, y hace ruidos.

Suelto una gran carcajada y él me sigue con la suya:

-Jajaja… Claro Mario se ríe su tripa.¿ Y a tus amigos? ¿Se lo dices a tus amigos?

-Sí claro, pero se ríen . Será que su tripa también les hace cosquillas. Pero eso no me lo dicen . Aunque yo creo que si les gusta porque Jaime alguna vez también me lo dice. Y Carlos, y me dicen que soy su más mejor amigo. Y me dan un abrazo.

-Eso está muy bien Mario. Seguro que les gusta, pero quizá nadie les ha enseñado a hacerlo. Enséñales tu.

Mario suelta la croqueta sobre el plato de pan rallado y eleva su mano derecha mientras su brazo izquierdo completa la figura de una tetera con el resto de su cuerpo, adquiriendo una expresión de asombro en su mirada.

-¿Y por qué nadie les enseñó a hacerlo? ¿Es difícil mamá?

-Noooo, claro que no es difícil , pero hay veces que la gente siente que es más débil por hacerlo y se lo guarda para que no les hagan daño. El mundo está dirigido por la razón , que sale de aquí, del cerebro, y cada vez más, cariño. ¿Y tú sabes de dónde sale eso que tu quieres decir, Mario?

-Sí, mamá , de aquí dentro.

Mario se sube la camiseta y se da golpes sobre su pecho sin acertar claramente donde se encuentra su corazón .

-Muy bien cielo, exactamente de ahí dentro , del corazón . Y por eso hay mucha gente que no lo dice. Tienen el corazón escondido por miedo a que su cerebro les regañe por no hacer o decir lo razonablemente justo en cada momento.

Mario levanta su ceja izquierda , ladea la cabeza sobre su hombro derecho apoyando su mejilla en su pequeño dedo índice.

-Entonces, ¿no es justo decirle a alguien cuánto le quieres? O ¿es que tengo que esperar a que ese momento justo llegue? Y ¿Cómo lo sabré si llega mamá?

-Claro que es justo , pero sobre todo es bonito y necesario hacerle saber a la gente que la quieres. Mucho más de lo que nos creemos. Y sabrás que es el momento justo porque tu tripita también te hará cosquillas  por decirlo. Te quiero mucho cariño.

-Yo también te quiero mucho mamá.

Y los dos nos arañamos la tripa el uno al otro riendo a carcajadas, hasta que caímos retozando sobre el suelo de la cocina.

 

 

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