Se acaban las horas, los días se agotan y la vida se presta como la exhalación tras una noche de profundo y ardiente amor. No te culpo por dejarme solo, demasiado tiempo esperando el instante perfecto sin darme cuenta que siempre estuvo presente, ahí, de frente a los dos , en silencio, a la espera de una señal. El miedo es tan libre como ciego y me oculto cualquier oportunidad de alcanzar esa felicidad tan anhelada por los dos. Perdóname amor por mi soberbia y la necedad de un sordo que no quiso ver que la vida se escapaba entre sus dedos . Ahora si, continuo este sendero solitario con la certeza de que al final del camino estarás esperándome , aunque ya no sea en este mundo.