Trasteando

trasteando1Aquí estoy de nuevo, frente al teclado, con unas patatas fritas, un gin tonic y unas ganas tremendas de escribir en este post mi experiencia de hoy. No podía dejar de contaros mi día frente a mi trastero. ¿Quién no teme ponerse delante de la puerta de ese contenedor de objetos, cachibaches, recuerdos y fantasmas de nuestro presente y pasado? Hoy he decidido ser valiente. He cogido el día libre y tras dejar a Bruno y Mario en el cole, lo he hecho. Y qué deciros, por dónde empezar.

No, no es que no sepa cómo comenzar a contaros, es que estoy segura que esa pregunta os habrá asaltado a todos en algún momento de vuestra vida doméstica. Y la verdad, yo empiezo siempre de la misma manera, he abierto puertas de armarios y muebles y, empezando en círculo, voy arrojando objetos contra el suelo como si la ira se hubiese apoderado de mi , cada vez más mermada, razón. Sin necesidad de puching ni nada parecido, como terapia antiestres no está nada mal. Probadlo. Lo cierto es que no todo va al suelo, sólo aquellas cosas que se positivamente que no van a volver a ser usadas. Esas zapatillas de running tan ortopédicas que no serías capaz de calzarlas ni para ir a tirar la basura. Esa chaqueta de cuero que parece de la hermana gorda de Trinity en Matrix, o el aparato de electro estimulación que compré en uno de esos ataques de Pedro por marcar sus abdominales fuese como fuese, justo cuando cumplió los 40, pobrecito, era batalla perdida, ya lo sabía yo.

En la estantería de al lado junto a los adornos de navidad, estaban los patines en línea que nos compramos aquella primavera , aun solteros, en ese tierno e iluso intento de practicar algún deporte juntos. ¡Anda! pues no es mala idea, ahora podemos salir toda la familia, Bruno y Mario tambien tienen patines y así compartimos toda la familia una misma afición. Esta tarde cuando vengan los niños y haya llegado Pedro lo propongo, seguro que pasamos buenos ratos aprendiendo y practicando , va a ser divertido encontrar el equilibrio familiar encima de las ruedas, quizá así sea más fácil lo del equilibrio, vaya.

Las raquetas de badminton, las palas de pin-pon, la diana de dardos, el tablero de baloncesto, las raquetas de padel y las gafas de buceo. Es curioso la cantidad de artículos de deporte que somos capaces de ir acumulando sin practicar casi ninguno. Menos mal que las bicis no caben en el trastero, sino aquí estarían acumulando polvo sin mover un pedal. Justo al lado, la piscina hinchable que poníamos en el patio cuando los niños eran pequeños. ¡Ay Dios! que empiezan los fantasmas, no aun no quiero que salgan, todavía me queda parte del otro armario. A por él .

Ropa , ropa, y más ropa. Pero por qué sigue aquí, si jamás podremos volver a ponérnosla. El traje de padrino de Pedro de la boda de su hermana, seguro que le queda como a Hommer Simpson un traje de neopreno. ¿Y la pajarita?¿ qué me decís de la pajarita? Se empecinó que tenía que llevar pajarita y vamos si se la puso, aunque pareciese una mezcla de Charles Chaplin y el hermano pequeño del Doctor Amor, aquel pingüino de Happy Feet, lo recuerdan? . Muy guapo él. ¡Y mi traje de «soy la nueva ejecutiva que viene a comerse el mundo y al que se ponga por delante»! Ese, ese, el que me ponía una y otra vez en las entrevistas de trabajo, negro él, la chaqueta no era chaqueta más bien una levita, para tapar ya sabéis que parte de mi que aun hoy sigo sin querer nombrar ni mostrar, ya se evidecia por sí sola, la parte digo. ¡Bueno! y debajo esta la camisa azul , cuánto tiempo me habré tirado buscándola pensando que la había tirado, pero si yo no tiro nada, me repetía… Tanto es así que justo en la percha de detrás me he encontrado la minifalda o , más bien, cinturón largo de cuero negro que me ponía toooodos los sábados, uno tras otro, para ir a la discoteca y pillar novio o algo así. ¡Qué Ilusa! lo único que pillaba era unos mocos de cuidado de tanto visitar la barra en busca de alguien que se fijase en esta falda tan destroyer o en la evidencia de mi cuerpo que entonces sí mostraba. Esta sí, al contenedor de ropa usada, ya es hora de que le traigas más suerte a alguna que otra adolescente dislocada.

trasteando2Y después de todo ya , por mucho que no quiera enfrentarme a ellos, es hora de hacer hueco en este contenedor de recuerdos, pues los chicos van creciendo y tengo que ir desalojando sus dormitorios de tantos trastos. Empiezo por sacar el cuco , el carro y la maxi-cosi. Ya no, ya no va haber más bebés a quien arrullar de recién nacido, cuando la cuna era demasiado grande para un cuerpecito tan pequeño y este cuco era el único sitio donde Mario conseguía conciliar el sueño tras mis brazos. Tampoco habrá a quién transportar en esa maxi-cosi de camino a casa de los abuelos, cuando te cantaba y me sonreías con las canciones de los cantajuegos, la batidora…el espaguetti y la hormiguita…. No habrá más paseos en ese carro hacia ese parque donde aprendiste que la tierra no se come, que la pala no es para pegar al niño que te quita el cubo o que el tobogán es una gran atracción desde el momento en el que aprendiste a subir y bajar tú solito, campeón. Chupetes, sujeta-chupetes, biberones, porta biberones, mordedores y el dosificador de los cereales. Todo un arsenal para mis niños. Todo metido en nuestra bolsa de este carrito de paseos y experiencias que ya no volverán, que están ahí, fotograma a fotograma en mi cabeza y en mi corazón. La parte más tierna de su existencia, la más dulce, la menos amarga, pese las noches de insomnio y los días sin descanso, pese a las visitas a urgencias y los llantos sin consuelo por no saber interpretar un lenguaje que ahora se me hace tan conocido como lejano. Las lágrimas han comenzado a brotar y a resbalar por mis mejillas, sin quererlo, pero sin evitarlo, al ser consciente de que todos esos momentos, aquellos en los que sus manitas buscaban las mías, sus ojos mostraban una alegría infinita cuando me encontraban, su respiración y su llanto se calmaban con el susurro de mi voz en sus orejillas o ese olor a lechón, pañal y colonia Nenuco, ya no volverán, ahora sí, ya son recuerdos, y no habrá más.

He cogido el móvil, he compuesto un collage y he decidido inmortalizar para siempre los objetos que contienen parte de esta experiencia tan vital para una madre, por si en algún momento me falla la memoria, por si en ese futuro tan incierto como cercano, necesito aferrarme a la esencia de lo que fuimos, somos y seremos, ellos y yo.

Les aconsejo a mi querido Juanes_ Para tu amor

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