No existe antónimo de Navidad

renosMamá, ¿cuál es el antónimo de Navidad? Pues no existe hijo, que yo sepa no hay ningún nombre o adjetivo que sea lo contrario de Navidad .

 Y tras hacer esta afirmación dejé el pelador y la patata sobre la encimera, y miré la cara de mi primogénito. Tomás se quedó pensativo, con la cabeza reposando sobre su hombro y guiñando la boca hacia el mismo lado. Y yo también, pues ¿realmente no existe?

Y ¿por qué el resto de año no recogemos juguetes en el colé, o alimentos para quien no puede comer o dinero con el mercadillo solidario como hacemos en Navidad?

Y de nuevo volvió a inquietar mi conciencia con cuestiones tan sencillas para un niño. Realmente, no supe cómo responder a esa pregunta. Bien es cierto que el resto del año no es diferente a Navidad para quien no tiene qué comer, con qué jugar o dónde dormir.

 ¿Sabes qué podemos hacer Tomás? Es correcto lo que le preguntas a mamá, pero debemos buscar la respuesta entre todos, ¿qué te parece? Se me ocurre que envíes una carta al director de tu colegio y a todos tus compañeros y quizás ellos te puedan dar una respuesta y, quizás, podamos encontrar una solución a lo que planteas. Vale mami, y ¿tu me ayudas a escribirla? Por supuesto, cariño.

Salió corriendo de la cocina atravesando el salón hacia su cuarto, directo a por papel y lápiz. Abrió la mochila que se encontraba debajo de su escritorio y cogió su cuaderno de lengua y el estuche de Spiderman. Recorrió el pasillo de nuevo y se sentó en la mesa de la cocina, apartando todo aquello que le estorbaba para redactar su misiva.

Mami , ¿Cómo empiezo? si me doy prisa a lo mejor puedo leerla mañana después de la función de fin de curso. Y así todos los amigos del cole me pueden ayudar en la respuesta , ¿no mamá?

Me parece muy buena idea, cariño. Es posible que al director no le importe que la leas. ¿Sabes que quieres preguntarles?

Bueno, no muy bien. A mí me gusta llevar mis juguetes y que los niños de África puedan tener coches para jugar a las carreras, o una pelota para chutarla como yo, porque , tu sabes mamá, que allí tampoco tiene balones, ni tortugas ninja, ni cromos de la liga. Pero claro , tienen que comer para tener fuerzas para correr y jugar al fútbol. Por eso es importante que les llevemos arroz, pasta o judías y lentejas. Para que puedan hacerse grandes y fuertes como yo, sabes mamá. Y claro, a mi me gusta jugar todo el rato, siempre, todos los días. Y también tengo que comer todos los días en tooooodo el año. En Navidad es cuando más comemos con la familia, que nos juntamos y eso. Y también es cuando más rato jugamos con los juguetes que traen lo Reyes Magos, pero luego todo el año también lo hacemos, comemos y jugamos todo el año. Y si ellos también lo hacen y no tienen nuestra ayuda, ¿Cómo lo hacen , mamá?

Bueno mi amor , pues yo creo que eso es lo que le debemos preguntar a tus compañeros, y a los profes del cole. A lo mejor se os ocurre alguna idea para que todos niños, no solo los de África , Tomás, sino todos los niños de aquí y de allá que puedan necesitarlo, nos aseguremos de algún modo, que puedan comer y jugar como tú toooodo el año.

Es verdad mamá, para los de aquí también. Se me habían olvidado.

Con todo el entusiasmo de un niño de 8 años, Tomás comenzó a escribir su carta, con los ojos bien abiertos, negros y brillantes como el ébano, y sacando la lengua hacia un lado de su pequeña boca. Encontramos un sobre en el cajón del aparador del salón, donde introdujo sus dudas convertidas en petición con la intención de pronunciarlas a la mañana siguiente delante de todos sus amigos, los familiares de estos y resto de comunidad educativa. Tomás estaba decidido a encontrar respuestas.

Se pasó la noche algo inquieto, habíamos ensayado la lectura de la carta unas cuantas veces delante el uno del otro. Le oí hablar en sueños, palabras sueltas e inconexas y se agitaba en la cama perdiendo en varias ocasiones el edredón . Claro está, tampoco pude conciliar el sueño serenamente, pues las reflexiones de Tomás me habían hecho dudar sobre si hacíamos todo lo posible por aquellas personas que durante todo el año pasaban por circunstancias tan adversas. Y si un niño había caído en la cuenta de que en Navidad actuamos de un modo distinto, muy posiblemente era porque  no estábamos haciendo todo lo necesario, todo lo posible.

Acompañamos a Tomas hasta su aula , pues el pequeño no podía portar con las bolsas de juguetes y los alimentos que había recogido en casa para llevar al colegio. Una vez en la puerta de la clase, dejamos las bolsas junto a la pizarra y Tomas agarró con fuerza mi mano.

Mama, por fi , ¿se lo dices tú a La profe?.

Su mano estaba helada pero sudaba, y su rostro reflejaba una mezcla de excitación y temor en los coloretes que sonrojaban sus mejillas pese al frío, fruto del puro nerviosismo. Me acerqué a Isabel y le comenté la idea que habíamos tenido Tomás y yo a raíz de las dudas plateadas la tarde anterior. El pequeño miró a con los ojos de un buho la cara de su profesora, que en un primer momento se quedó bloqueada. Tomás le dio el sobre con su carta :

Léala por favor, es importante.

La profesora la cogió , abrió el sobre y comenzó a leer. Sus pómulos enrojecieron y los ojos tornaron a cristalinos. Toco afectuosamente la cabeza de Tomás y nos dijo:

Esperadme un momento aquí antes de bajar al salón de actos, voy a consultarlo con Miguel. Seguro que podemos hacer algo al respecto. Tomás me miró entusiasmado dando pequeños saltitos con sus talones y balanceando mi mano. Y yo asentí, confirmando la pregunta que me hacían sus ojos.

Los niños estaban ya en el escenario , esperando a que sonara la música de los Renos . Todos portaban diademas de cuernos rojos y una colita marrón en el trasero. Intentaban cantar al unísono el villancico, pero no todos dominaban la letra en lengua extranjera. Aún así, la escena que se repetía prácticamente todos los años, era muy entrañable. Tras finalizar y mientras el resto de papas aplaudían acaloradamente a sus hijos, mi corazón se aceleró al ver a Tomás quedarse solo en el altillo del escenario. Miguel, el director se acercó  con micrófono en mano y pidió silencio.

Queridos padres, madres, abuelos y abuelas, estimados profesores y alumnos de este colegio. Este año no queremos finalizar el espectáculo sin hacerles participes de unas dudas que nos ha planteado Tomas, alumno de tercer curso . Qué mejor ocasión que el día de hoy, que estamos todos reunidos, para dar respuesta a las magníficas cuestiones que nos plantea desde su más tierna inocencia y sinceridad nuestro alumno de ocho años. Les agradecería prestasen atención y escuchasen con el corazón las palabras de Tomás.

Mi corazón palpitaba desconsoladamente y mis ojos empezaban a humedecerse. Tomás tomó el micrófono con su manita izquierda. En la derecha portaba su carta. Comenzó a leer con un hilito de voz, pero a medida que avanzaba, sus palabras sonaban con fuerza. La sala había enmudecido.

……y a los niños nos gusta correr siempre, y jugar al balón con nuestros amigos, y hacer carreras de coches en el parque, y  vestir a las muñecas y patinar con sus patines. Y necesitamos comer mucho, todos los días y beber leche y zumos, para crecer y tener fuerzas para jugar, todo el año, no sólo en la Navidad. ¿Por qué es distinta la Navidad al resto de los días del año? No existe antónimo de la Navidad, lo he buscado. Por eso , si en Navidad podemos hacer cosas buenas por quienes nos necesitan , ¿podemos hacerlas también en otros días del resto del año? Muchas gracias a todos por escucharme.

Doblo su carta y me buscó con la mirada entre todos los allí presentes. De repente, un sonoro aplauso hizo vibrar los asientos y varios padres se levantaron alzando sus manos. Tomás sonrió, su cara se iluminó como un farolillo de Navidad. Mis ojos comenzaron a deshacerse en lágrimas. Los papas de los compañeros de Tomás me miraban con los rostros emocionados, aplaudiendo a la vez.

Desde entonces , todos los viernes de final de mes, en el colegio de Tomás se recogen juguetes y alimentos para distintas ONG’s.

Me sentí tremendamente orgullosa porque, aunque Tomas no brillaba por sus resultados académicos, aquel día su corazón brilló con luz propia, como la estrella de Belén.

 

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