Hoy me debato entre la indignación y la desesperanza. Ha sido un día triste, una jornada cargada de emociones encontradas, unos momentos de incertidumbre y desasosiego. Se me hace cada vez más insolente el hecho de guardar las formas, no poder mostrar mis emociones en situaciones en las que el ser humano parece no valer nada, tan solo lo que encuentra en la mirada de los que le observan. Y menos mal que aun alguien se acerca y le observa, al menos existe algo de consuelo en la compañía del miedo de los demás, incluso en su liberación al saber que esta vez no han sido ellos.
Verdaderamente nos encontramos ante un camino sin retorno, una estrecha vereda por la que solo pasaran y pasearan los elegidos. Y nada tiene que ver esa elección con la humanidad de las personas, con los valores más próximos a un comportamiento ético de la raza humana. No. Ya han decidido por nosotros. Nos falta el pijama de rayas y el numero de serie. Y ya empezaron a disparar, tic-tac, tic-tac, ¿en qué momento me tocará?
Y es que no nos damos cuenta de que en la mayoría de las ocasiones nos convertimos en verdugos, nos empujan a tomar decisiones y verter opiniones que juegan en su propio beneficio, en ningún caso en el nuestro. Ayudamos a mover piezas en el tablero para que siempre gane su reina, cuando un peón debe proteger a otro peón.
El año que viene hay elecciones. El mayor problema que tenemos en este nuestro país es el paro, pero nos solo el paro juvenil, que lo es, sino el paro en general. O ¿es que un hombre o mujer de 40-45 años tiene menos derecho a un puesto de trabajo que un chaval de 20-25 años? Dicho de otro modo: el mercado laboral debe tender la mano del mismo modo a un cuarentón experimentado como a un chaval con ganas de comerse el mundo, nos estar sujeto a eslogan políticos electoralistas. Pero tengo claro quienes son los que tienen más por perder en los próximos meses, y nos son precisamente los jóvenes.
España tiene mucho que aprender. Un problema no se soluciona por poner una tirita, contentando a unos y desmereciendo a otros. Un país se construye con el todo, sabiendo encajar cada una de las piezas en el puzzle, aprendiendo a engranar cada una dentro del mecanismo de una sociedad cambiante, en evolución. Lo contrario, provocará , eso, la involución a lugares ya lejanos y a sociedades obsoletas. He dicho.