Me rindo, bandera blanca y fin

Ayer estaba muy enfadada , otra vez. Mucho porque pese no tener certezas, a no tener evidencias científicas de que ahí fuera estemos seguros, mi marido era llamado a filas, a reincorporarse a su puesto de trabajo ya en la oficina. Sí se iban a tomar todas las medidas recomendadas por los expertos, distancia de seguridad, hidrogeles, mascarillas, y más y más, pero ¿qué necesidad tienen de ir tan rápido cuando el trabajo está saliendo desde casa con mayor seguridad para todos? No me enfadó esta decisión de la dirección de la empresa de mi marido, me enfadó la premura y el sinsentido de una decisión que venía derivada de quien debía velar por preservar la salud y, por ende, la vida de sus conciudadanos, de su pueblo, de sus compatriotas, como tanto se les llena la boca. Me estoy refiriendo claro está, a la decisión política de la Presidenta de la Comunidad Autónoma en la que vivo. No voy a mencionar su nombre. Ya lo tienes en mente. No voy a repetirme.

¿Qué es lo que más me ha enfurecido de esta situación? El verme representada por una mujer que no me representa. Y me explico.

Toda mi vida he trabajado duro, mucho y durante muchos años. Todo, absolutamente todo lo que tengo hoy en día me lo he ganada con mi esfuerzo, mi tesón, mi preparación, nadie me ha regalado nada por tener un apellido, porque mis padres tuvieran conocidos en este u otro lugar. En cierta ocasión, cuando estaba terminando la carrera de periodismo y trabajaba en una tienda de deportes en mis horas libres, llegó mi padre de su turno en el hospital y me dijo:

-Nedda está ingresado en la planta el director de la redacción de deportes de los informativos de RTVE, le he comentado que estás terminando periodismo y me ha preguntado si ya tienes prácticas para el verano. Le he dicho que no y me ha pedido tu curriculum. No me ha prometido nada, pero me ha dicho que era lo menos que podía hacer después de cómo le he tratado mientras estaba ingresado. Le he contestado que era mi trabajo, pero ha insistido. Si me lo haces esta tarde, mañana se lo llevo. 

No te voy a mentir si en ese momento el corazón se puso a dar volteretas y palpitaba contra las costillas. Pero a mi no me gustaba la sección de deportes, tampoco me parecía correcto que mi padre intermediase por mí para conseguir unas prácticas de periodismo. Eran mis notas y mis aptitudes las que debían ganarse un puesto de becaria allá donde tuvieran a bien reconocer mis méritos. No los de mi padre. Jamás conseguí unas prácticas en ningún medio de comunicación. Pero nunca me faltó un puesto de trabajo donde demostrar mis aptitudes y donde se reconocieran, en mayor o menor medida, los méritos, propios que no ajenos. Y sé que tú eres de los míos.

¿Qué tiene esto que ver con las decisiones políticas de la presidenta? Todavía no lo tengo claro, pero te sigo contando.

Además de creer que cada uno debe hacerse su camino para lograr sus sueños, debemos ser consecuentes en actos y pensamiento. Me explico.

En los más de 23 años de trabajo en diferentes empresas he dado siempre lo mejor de mi sobre la labor que desarrollaba en cada puesto, convencida de que era lo que tenía que hacer independientemente de los réditos económicos (pese a que mi supervivencia dependiese de esos réditos económicos). Cuando con 17 años revelaba fotos en aquel puestecillo de kodak los fines de semana, además ayudaba a reponer cintas de video en el hipermercado o ayudaba con la atención de los clientes en el mostrador de fotorregalo. Jamás he sido buena esquiadora, pero aprendí a  asesorar a los clientes que llegaban ansiosos por comprar sus equipaciones para irse a Bakeira o a el Pirineo aragonés en las campañas de textil invierno de la tienda de deportes. Años más tarde, fuera de aquella tienda,  me comprometí a hacer el mejor proceso de atención automática para el servicio de atención al cliente del operador de Telco,  para que ninguna casuística de clientes quedase sin atender de ninguna manera por la nueva máquina de atención automática. En todos y cada uno de los puestos de trabajo estuve al 200% hasta que dejé de estarlo. Evidente sí, pero nada sencillo. Quiero decir que, en el momento que sentí que mi trabajo no estaba siendo fiel a la profesionalidad que acostumbraba, por haber perdido el atractivo para mi, o por no corresponderse con mis objetivos y mis valores, simplemente deje de hacerlo. Me fui. Fui consecuente. ¿Cuántas veces te ha tocado renunciar a tantas cosas por ser consecuente? Estoy segura que unas cuantas.

Y es aquí donde choco con la política, aquí es donde me enfada la decisión de la presidenta, su actitud y presencia.

Hay una frase de mi padre que se repite mucho en mi cabeza en los últimos días :

» La ideologías son buenas, necesarias hija, pero la política es fea y sucia»

En realidad, no quiero estar de acuerdo con estas palabras de mi padre. Puede ser porque en los últimos años él y yo no estamos de acuerdo en otras muchas cosas, nos ha sentado muy mal la vejez a los dos. Me gustaría que la política no fuera sucia y fuese realmente la realización consecuente de esas ideologías, y que los políticos fueran buenos y fieles a las ideologías.

Ahora caigo. Ahora si estoy de acuerdo con mi anciano padre. Reconozco que quizá esté equivocada con respecto a la presidenta. Quizá esté siendo consecuente con sus ideologías, aunque mi padre tenga razón y la política esté hasta el cuezo de lodo que huele putrefacto.

Ahora me rindo, bandera blanca  y fin.

 

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