No voy a negar que tenía muchas ganas de ir este año al Retiro, a pasear entre las casetas de la Feria del Libro de Madrid 2017. Además me había comprometido con dos compañeros de viaje, este de la escritura, para aguantar esa fila tan larga que se forma para que te firmen su libro, para que la madre de uno de ellos estuviera orgullosa de cuánto habría de trabajar su hijo regalando autógrafos en esta tarde de primeros de Junio. Acompañada del brazo por mi señora madre, hemos derretido nuestros deseos con unas cuantas compras pendientes que tenía, un granizado de limón y una conversación muy amena sobre el difícil pero apasionante arte de reinventarse a los 40 años. Ha sido como un paseo por la nubes, tan dulce como ese granizado calmando nuestra sed mientras aprovechábamos para observar las celebridades firmando sus libros delante de grandes colas de gente; tan tierno como los niños delante de Gerónimo Stilton esperando con sus sensoriales libros en las manos a que llegase su dedicatoria; tan cálido como el abrazo de tantas y tantas personas que aún sienten la mística sensación de abrir la solapa de un libro, aspirar el perfume del papel mezclando la tinta, acariciar cada página con la contrariedad ansiosa de llegar al final , con esa pausa sin prisa.
Tampoco puedo negar que he paseado entre las casetas con cierto recelo, por estar fuera y no dentro de alguna de ellas. Sí, un paseo agridulce tal vez. Pero no me malinterpretes. El sabor agridulce no viene tanto por la notoriedad que alguno de estos autores tienen dentro del mundo del famoseo, no. Es más por saberse leídos, por haber conseguido que sus historias penetren en la vida de sus lectores, las sientan, discurran por su torrente sanguíneo como el oxígeno y trastoquen, en modo alguno, su percepción sobre la realidad. ayudando a crear otra nueva y, si cabe, mejor.
Este arte, porque así lo considero, es afición de muchos pero maestría de pocos. En ocasiones se ve desvirtuado por intereses comerciales que en nada rozan la verdad que encierra la escritura. Por ello, siempre que me enfrento como lectora a un nuevo libro, necesito que la profundidad de los personajes y el desarrollo de la trama me envuelva tanto como Bastián en «La historia Interminable». ¿No te sucede a ti? Me atrapan las novelas y relatos que, de un modo invisible, te entregan los detalles construyendo poco a poco a los protagonistas y el recorrido de su historia. Tanto que eres incapaz de soltar sus páginas sin conocer el desenlace.
No deseo sonar pretenciosa o transmitir una imagen de lo que no soy. Últimamente la realidad es que tengo más libros que tiempo para leerlos , por eso quizá, necesite más de un buen narrador contando una historia mediocre que una buena historia contada por un narrador vulgar para ser atrapada por sus páginas. Algo parecido decía Hitchcock sobre las peliculas y los guiones.
En fin, de todos modos, para gustos los colores como se dice vulgarmente y no he venido yo aquí para crear #tendenciasliterarias. Tan sólo contaros mi paseo por esta fantástica Feria del Libro de Madrid_2017, que a tantos y tantos madrileños reúne cada año en torno a este apasionante mundo de la escritura .
Como regalo os dejo aquí un video homenaje a mis queridos maestros, Isabel Cañelles y Eloy Tizón, y mis queridos compañeros de viaje, ya casi amigos, Kike , Daniel y Juan, que ellos sí , ya han conseguido estar al otro lado de las casetas. ¡Enhorabuena!