Estoy delante de mis teclas, comienzo a acariciarlas. Siento el deseo, la necesidad, la desazón que provoca nuevamente la injusticia. Y empiezo a golpearlas con energía.
Hoy, precisamente hoy, soy consciente de por qué siempre fui de letras y no de ciencias. Ahora entiendo por qué las palabras me atraparon , no los números y las cifras. En este momento de mi vida puedo responderme a partir de cuestiones tan sencillas como estas:
Porque 4000 no es mucho ni poco si nadie te cuenta que son las personas que huyen diariamente del miedo y la desesperación fuera de sus fronteras por encontrar una vida digna. Porque no me da frio ni calor si no recordamos a las personas que perdieron la vida en aquellas torres que rascaban el cielo en Manhattan, por la misma sinrazón que hoy les hace huir a todos sus compatriotas.
Porque 5 millones no te dice mucho si no lo acompañas de las historia de Juana, Miguel o Sofía que llevan 2 años esperando una nueva oportunidad laboral , mal viviendo con los 400 míseros euros que les da el Estado y teniendo que alimentar a sus 5 hijos.
Porque 29 puede resultar insignificante si no descubrimos que es el número de mujeres muertas hasta el momento por violencia de género en nuestro país, por la brutalidad de unos y la ineptitud de otros.
Porque 32 millones quizá te haga levantar una ceja, pero si te cuento que es el volumen de dolares que mueve anualmente la trata de personas, que por ese puñado de billetes más de 12 millones de personas sufren situaciones laborales similares a la exclavitud o que en America Latina más de 2 millones de niñas , niños y adolescentes son víctimas de explotación sexual, comercial o laboral, entonces quizás te levantes de tu asiento?
Porque las cifras no son más que pilares de cemento, fríos y grises que sustentan argumentos generalmente tan obscenos como quienes las utilizan sin más, sin pararse a observar que personas e historias hay detrás de cada uno de esos números.
Porque son utilizados por quienes tienen las misma empatía con las letras, como yo en estos momentos por los números. Porque quienes saben encontrar la belleza en los datos se pierden la calidez de las palabras, la expresividad de los fonemas, la sensibilidad y el sentimiento que se conjura en las frases que se componen con ellas.
Porque 365 no vale nada si no me cuentas esos días con los besos de tus hijos, el abrazo de tu madre o las risas con tus amigos en esas fiestas..
Porque 24 es un par imperfecto si no lo acompañas de tus canciones mientras me ducho o tus palabras de aliento cuando desfallezco.
Porque 17 no es insignificante si descuento a tantos que, como tú, me encontré por el camino y me quedo con tantos como yo, que completan mi vida con su amistad, cariño y respeto.
Jamás comprenderé a quien explica y rellena su vida conforme a unas cifras, a lo que puede comprar, lo que cuesta su casa, su coche o su smartphone de última generación. Me pierdo en la cuantificación exacta de su valía acorde a estos parámetros.
Me compadezco de ellos porque se perdieron la vida al no entender que el verdadero sentido de la cosas es : a quién le compras ese libro o ese perfume, con quien compartes tu hogar, tu sillón o la pasta de dientes, y a quién llevas en tu coche a descubrir un mundo verdaderamente apasionante, o si te acompaña alguien en este paseo por el mundo tan furtivo y fascinante.
Tú , calculadora humana, levanta ese fabuloso móvil y dime si verdaderamente detrás de los números que tienes en la agenda eres capaz de encontrar alguien a quién, en realidad, le importes. Si no es así, te invito al mundo de las letras, aún estás a tiempo.