Cambio de estación

Me invade la desgana. El suelo se cubre de pelusas y puedo escribir mi nombre sobre la mesilla de noche. Los libros del curso anterior se apilan junto a la mochila ya cargada con los nuevos de este año. Tropiezo con las cajas llena de camisetas y pantalones cortos al ir a levantar la persiana para que el sol entre y me despeine la cara.

Es el otoño, lo sé. No es que no me guste,  en realidad me gustan los paseos entre castaños amarillos, con chaqueta y gafas de sol, es que me cuesta despedirme del verano, con sus noches cortas y los amaneceres que vienen a refrescar a la luna cuando esta se acuesta. En verano el tic-tac del reloj de la cocina se desplaza con sosiego, el café del desayuno no consigue levantar la tensión apaciguada con el calor de la noche, y las dosis de teína o lúpulo entran por las venas en un intento desesperado por aliviar ese sudor que no cesa. Pero es que todo tiene otro color en verano, incluso la piel trata de imitar los brillos que provoca la luz tan blanca topando con el agua a traición.La desgana en Otoño

Estos cambios de estación que no suponen más que sumar más o menos ropa de abrigo al perchero de la entrada, sin otro camino distinto que tomar por la mañana, está colmando mi hiperactividad mental y deshaciendo mi paciencia. Y cuanta más necesidad tengo de recorrer carriles atascados en la nacional para llegar desesperada a un destino incierto, más me aprisiona la pereza en esta silla hecha a retales para que intente consagrar esta realidad, la vomite en cada tecla y la comparta en comunidad.

Es hora ya de romper los hilos que arrestan y clausuran mi cabeza, dejar libre al placer de conocer el nuevo tempo que marcan esas manillas de un reloj que aún no ha cambiado de meridiano. Es momento ya de complacer a mi paciencia , acordando los espacios para trabajar duro y los rincones para conciliarme con mi desgana. Es tiempo ya del chocolate con churros , las tardes de sillón , una buena conversación con las amigas y por qué no, quizá una manta.

Bienvenido seas Otoño.

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