Y tú, que aun te crees que todo es posible, y que después de casi 25 años juntos todavía puedes tener un san Valentín de película.
He tenido un día de esos que han vuelto a poner a prueba esa paciencia que se les supone a las timadas supermadres de hoy. Media jornada en la oficina en el que he hecho malabares entre el teléfono de mesa, el móvil de la empresa y el personal , el mail que no deja de escupir correos en negrita, y el compañero pesado que no hace más que preguntarte cuestiones tan obvias que hace tambalear tu propia autoestima, «¿este es tonto o me está poniendo a prueba?». Salgo corriendo de allí, no tanto por la ganas como porque vuelvo a llegar tarde a por los niños, en medio de las miradas inquisitivas de los padres qué trabajan no sé en qué lugar ni a qué horas , pues siempre son los primeros en llegar, los últimos en irse y los mismos en lanzarte dardos con los ojos con el mensaje de «vaya horitas, pobres niños». Me escapo como puedo de esa panda de víboras , arrancando cada uno de los puñales e intentando descifrar lo que me cuentan los enanos, intercalando el examen de sociales de uno con las tablas de multiplicar que va cantando el otro a saltos «mira mamá hasta la del 9». Meto las mochilas en el maletero repasando la lista de la compra: leche, yogures, papel del wáter, románico, arco de medio punto, tomates, plátanos , jabón para la lavadora, 9×4 , 36, gel de baño 9×6 , pasta de dientes…. ¡Bufff! «No pasa nada» , me digo metiendo la llave en el contacto, » ahora mientras meriendan y hacen los deberes , pongo la verdura a cocer, y me meto en la ducha a ver si esta noche en lugar de un oso pardo , me parezco mas a una Nancy».
Llego a casa sudando por los cuatro costados, con el bolso ahogando mi garganta e impidiendo que pueda gritar a los dos angelitos que andan enzarzados en una nueva pelea por las malditas tablas de multiplicar. Agarro la ultima bolsa de la compra con el único dedo que me queda libre, nunca imagine que el meñique serviría para algo más. Con la otra mano, cierro la puerta del coche, presiono el mando para no dar más facilidades a los cacos y busco en mi bolso las prófugas llaves de casa. Un vecino abre en ese momento el portal y los niños salen corriendo tropezando entre ellos para llegar los primeros, que ricos, se han dado cuenta de que no puedo más y me van a sujetar la puerta. ¡Ja!¡Ilusa! El educado vecino pasa a mi lado mascullando algo como » malas bestias» , sin mirarme siquiera mientras esos monstruos que tengo por hijos , se han perdido en el interior del portal dejando que la puerta se me cierre en las narices. «!!!Brrrruuuunooooooo!!!!! Tu Maaadreee!!! » grito como para dentro, ahogada por el bolso y ahogando la mala leche que comienza a bullir. » Con paso calmado y entreteniéndose con sus cordones de las zapatillas, el pequeño me mira como diciendo, » pero ¿qué haces ahí todavía? ¿Y mi merienda?» «Gracias cariño» le digo intentando no elevar la voz al estado de mi tensión arterial , pues si no, la tarde puede retorcerse y hoy no tengo tiempo para castigos . Dejo las bolsas encima de la mesa de la cocina mientras le pido a Bruno que coja un batido para cada uno y unas galletas. Mientras, me quito el bolso asesino y me bajo de los andamios que me machacan desconsideradamente los pies. » En cuanto , terminéis la merienda a vuestro cuarto con los deberes. Mario después hacemos el dictado, primero mama se va a duchar» Me mira, ¡qué digo!, ni me mira, «que no voy a hacer el dictado, hoy no,¡ hoy me tocan las tablas y ya!» Me increpa con un seudogrito, al que no hago caso, como si no fuera conmigo, hoy no, hoy buen rollo que es San Valentín y lo voy a celebrar como es debido. Pongo la verdura congelada en la olla, a fuego muy lento porque con lo que me tengo que esquilar corro el riesgo de que salgan ardiendo.
Me subo a la ducha , cojo el conjuntito que me compré en las rebajas esperando una ocasión especial y la ropa de estar por casa , para despistar, no hay que fastidiar la sorpresa. Con la gastroenteritis de la semana pasada espero que las braguitas francesas no me hagan parecer un salchichón embutido en la tripa de una longaniza, así que antes de nada me subo a la báscula y compruebo que la dieta blanda ha dejado secuelas, y de las buenas, ¡Bien!.
«¡Mamá, mi hermano no apaga la tele y me ha tirado el batido a la cara!» ¡Mierda! Insuflo, insuflo, vacío mis pulmones, cierro el grifo de la bañera y salgo al pasillo. Entro en la cocina justo en el momento en el que Mario está pataleando las manos de su hermano que trata de llevarlo a su cuarto para que haga los deberes. «Es un bruto mamá, no sabe hacer otra cosa que pegar» «Yo paso, que suspenda si quiere, me voy a mi cuarto». Recojo con papel de cocina las gotas del batido que mojan el suelo antes de que Mario se las lleve impresas en sus calcetines y me las tatúe por toda la casa. «Vamos Mario, no hay más tele, a tu cuarto o mañana desayunas cereales». Se levanta como un resorte y me mira perdonándome la vida , ahora sí que le dejo sin sus galletas, pero ….insuflo, insuflo.
Venga , segundo intento. Abro el grifo y me meto en la ducha. Cojo el guante de crin y froto y froto, a ver si además de exfoliarme la piel se lleva también la piel de naranja de la barriga y los muslos. Que va, ni de coña, que ilusa. Bueno no importa seguro que bien afeitada parece otra cosa. Sí, la depilación láser está fenomenal, claro, pero necesito algún lugar que abra los domingos a partir de las 6.30 de la mañana y no lo encuentro. Así que, cuchilla, hoy no tengo tiempo ni de la skin epil. Pero ¡POR DIOS!,¡ hay pelos hasta el infinito y más allá! ¡No sabía yo que aún tenía tanta flexibilidad en la cintura!
«Mamá, ¿qué buscas?»
Mierda,» Nada, hijo, miraba un lunar que tengo a ver si ha crecido».
» Si , a ver… ¿dónde Mamá?»
«¡ NIÑO!, ¡QUIERES SALIR! Déjame un poquito de intimidad corazón, ya salgo» aflojo, que no quiero que piense que estaba haciendo algo como…., bueno no sé si él ya piensa…..bufff, quita, quita, no lo digas.
«¿Qué pasa Bruno?¿ Qué necesitas?»
«Que ya he terminado, qué si puedo jugar a la play, por fi mamá, que mañana no hay cole»
«Vale, dile a tu hermano que si ha acabado y os dejo un ratito mientras termino.»
Me cuelo de nuevo en el baño y me pongo crema casi hasta en el infinito. Unas gotas de perfume y como si no fuese a pasar nada, camuflo mi indumentaria de Anastasia con ropa de Sor Citroën.
«Hola cariño, ¿qué tal el día?» Pedro ya está en casa.» A qué huele?» . Mierda me pase con el perfume. » Como a pedo, ¿no?». » No , no, es la verdura para los niño. Hoy les toca crema»
» Oye, que esta noche les bañas tu,¿ vale? que tengo partido de pádel»
Venga, ya , no puedo más, la paciencia me ha abandonado, esto es lo último.¿¿ Y San Valentín, y mis gulas, y mis cigalas, y el champán, y, y, Y LAS SOMBRAS DE GREY??
» No me lo puedo creer, que hoy, precisamente hoy te vayas al padel y me dejes aquí plantada, con todo lo que había planeado, con lo que me ha costado estar así, aquí y después allí»
Pedro me mira con cara de estupefacción, abre los ojos en gesto de «no entiendo nada» y acierta a balbucear: «Peppeppe… ro qué día es hoy? perdona cariño, no se, no se a qué te refieres… se me ha olvidado… hoy,hoy es, es, tretretrece de febrero, ¿qué, qué se me ha pasado, cariño?»
Las bragas francesas se me acaban de caer a los tobillos. Me he vuelto a equivocar, ¡¡¡VALENTIN, SAN VALENTIN, PODÍAS HABERMELO CHIVADO ANTES, JODER!!!