Este año ha sido muy importante para mí, no más que otros, pero sí distinto. En el mes de septiembre tome la determinación de perseguir mi sueño, otro de mis sueños. Hacer llegar mi sentir del mundo, de mi mundo a todos aquellos que se acerquen a mis letras. En estos dos meses he sentido el cariño de todos los que me rodean y me leen, verdaderamente me siento muy afortunada, y por ello, aquí va mi pequeño homenaje a todos vosotros.
¿Saben cuál es la diferencia entre lo abstracto y lo concreto, lo genérico y lo propio?
Genérico en un texto es hablar del amanecer, del momento en el que sale el sol e irrumpe con su luz en el horizonte. Concreto es contar el amanecer en el apartamento de la playa cuando éramos unas niñas, y los rayos nos acariciaban la cara y mi hermana, aun dormida, me dejaba ver una rayita de esos maravillosos ojos verdes. Concreto es amanecer sentada a principios de noviembre de 2004, en la silla de ikea frente a la ventana del salón con mi bebe en brazos, esperando a que los rayos de sol le despojasen del color amarillento de su piel.
Abstracto es reflexionar sobre el valor de la amistad. Concreto es recordar las noches de verano sentada en la caldera del parque de mi casa, acompañada de Silvia, Pili, Itziar, Paquito, Noelia y contarnos historias de miedo, de risa , soñar despiertos y jugar a las cartas mientras comíamos un bocadillo de lo que hubiera , daba igual , lo importante era compartir. Hablar de amistad es hablar de Patricia, mi rubia preferida y su singular manera de relativizar el mundo, son las conversaciones con Cynthia, con Esmeralda, con Sonia, con Eva, pese a la distancia, con tantas y tantos otros que completan mi vida, mi día a día y mi mundo.
La familia es genérico siempre que no se hable de mis cumpleaños. Esos cumpleaños a 30 de Diciembre en el piso bajo de la calle Monegros, donde el salón de mi casa siempre resultaba pequeño para albergar a todos ellos. A mi amada abuela Margarita, con su pelo blanco y piel a juego contrastado por su riguroso luto, a mis fabulosos abuelos María y Alfonso, siempre regañados pero inseparables, a mis queridos primos, Mar, Héctor, Vicente, jugando alrededor de la sillas al son de la guitarra que tocaba con brío y mucha mucha alegría Olga, mi mentor, mi guía . Mis tíos a la vez reían y discutían sobre política y religión, aunque siempre rieron más discutir. Concreto es el viaje a la Zenia con mis hijos y mi hermana hace dos meses, acelerados por los nervios y emocionados por la ilusión de ver la cara de sorpresa de unos padres que han dado todo por sus hijas, hasta decir basta.
La solidaridad es grande , pero tambien es abstracta. Aunque se concretan en momentos como el día que disfrutas entre caballos y mi primogénito y niños con discapacidad, y descubres como tu hijo asume, sin más, que son niños muy especiales, y juega ,y se ríe, y les da la mano para acompañarles en su paseo a caballo y les mira con ternura y les besa en la mejilla con infinito amor. Concreto es la mano tendida de mis hijos pidiendo dinero para el señor «La Farola» en la puerta de Mercadona , o compartir todos los días su merienda del recreo con Javier pues no siempre puede llevar la suya.
No me gusta que el dolor se concrete , pero forma parte de la vida. Cuando las personas que amo dejan de estar, el dolor se vuelve insoportable, cuando miras el rostro de su familia y caes en la cuenta de que ya no existirán más momentos compartidos. Y que lo que existieron habrá que buscarlos en la memoria para no olvidar lo que significaron para ti. Prefiero que el dolor no traspase lo abstracto, ¿tú no?
Me gusta encontrar lo concreto del amor en los besos de Ethan antes de prepararle el desayuno, en los ojos de Aarón cuando mira a su padre después de jugar con los playmobil, en los abrazos de los abuelos cada vez que vuelven de sus viajes a la playa, en las manos de mi hermana cuando damos un paseo por el Templo de Debod, en las palabras de aliento de mi marido cada vez que me pongo delante de estas teclas.
Abstracta es la felicidad solo si no encontramos como convertirla en concreta. Para mí se convierte cada vez que despierto junto al hombre más bueno del mundo, y me besa y me dice lo que me ama. Se convierte cada vez que converso con alguno de vosotros, mis amigos, cada vez que compartimos una comida, una cena, un instante en este espacio-tiempo. Feliz me siento en cada cumpleaños compartido con esta fabulosa familia que me ha tocado, cada vez que un nuevo miembro se incorpora a ella, con cada nacimiento y con todos los éxitos que logran cada uno de los que la forman.
Felicidad es lo que me hacéis sentir cada vez que dedicáis vuestro tiempo a compartirlo conmigo a través de estas líneas y lo concretáis en tanto y tanto cariño.
El mundo se debate entre lo abstracto y lo concreto, y tan sólo cada uno de nosotros seremos los responsables de hacer que su historia se concrete más próximo a lo humano que a lo mundano.